Inglourious apfelstrudel

Tarantino se ha convertido en un director de culto gracias a transformar escenas de violencia políticamente incorrectas en imágenes llenas de belleza. Une diálogos inteligentes, personajes complejos, en su mayoría rozando la psicopatía, y cuerpos desmembrados en películas que hacen tilín en el hipotálamo. Y un vínculo especial con la comida. Desde Pulp Fiction hasta Kill Bill, en algún momento del metraje existe cierta alusión a ella: fast food, dulces austríacos, arroz envenenado o un sencillo vaso de leche. El hecho de introducir alimentos como telón de fondo convierte una escena con grandes dosis de violencia en algo más mundano, rozando lo esperpéntico.

Son innumerables los momentos en sus obras en los que se mezclan ágape y escenas sórdidas, pero hay una en concreto, que puedo ver hasta la saciedad. (Contiene spoilers) Culinariamente hablando, Malditos bastardos,  contiene un momento extraordinario, visual y auditivo. Es la secuencia del strudel de manzana.

El apfelstrudel es un pastel de manzana, cuyo origen, leo, se remonta a la cocina bizantina, armenia o turca, muy interesante, ya que la película me da a entender que el restaurante hace el postre como una manera de agasajar a los nazis durante la Francia de Vichy. Se debe tomar caliente y suele ir acompañado de helado de vainilla o crema inglesa, o como es el caso, de nata. La compañía del apfelstrudel debe ser fría, para crear contraste, como sucede con el coulin o el brownie.

Shosanna es «invitada» a un lujoso restaurante por el soldado-actor enamorado. Allí la esperan Goebbels, su secretaria  y el héroe, y, al acabar la escena, se les une Hans Landa, apodado «Cazador de judíos», quien acabó con la familia de la joven. Le obliga a quedarse, ya que, como es normal, debe hacerle algunas preguntas por acoger la premiere y donde asistirán los altos mandos nacionalsocialistas.
Hans Landa comenta que el strudel que sirven no está mal y pide, para él y la señorita, sendos pasteles de manzana. Para acompañar, un espresso y un vaso de leche para ella, lo que recuerda a la escena inicial, en la casa de ganadero francés.
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El olvido de la nata por parte del personaje crea un momento de espera incómoda, mientras el ruido de la cucharilla sirviéndose el azúcar para el café es el único sonido que rompe el silencio. La nata, que no parece la que se podría servir en un lugar de categoría (de espray), es servida de cualquier manera, y parece que a Tarantino le gusta poner énfasis a esos momentos que carecen de importancia, focalizando la atención en el instante en el que el camarero la sirve. La nata que aparece sobre el strudel posteriormente no es la misma que está en el cuenco. Ésta última, parece montada de verdad.
El personaje que interpreta el actor Christoph Waltz come el strudel, hablando y masticando, dándole un tono de cotidianidad a lo que debería ser un interrogatorio en toda regla. El ruido de las cucharillas, del tenedor y el cuchillo mientras cortan el pastel, el entrechocar de los dientes, incluso los suspiros de la chica, crean una banda sonora única para el momento y son casi tan protagonistas como los actores.

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La escena acaba con un gesto que demuestra el desprecio del nazi hacia el pastel del restaurante y se traduce en un cigarro apagado sobre los restos que quedan en el plato. image

No recuerdo haber probado nunca el strudel de manzana. En ocasiones lo he visto en la sección de congelados de algún supermercado alemán, lo he mirado con curiosidad, pero nunca lo he comprado, porque me fío poco de su sabor. Y aunque nunca lo he probado, puedo imaginarlo en base al aspecto que tiene en la película. La pasta filo resquebrajándose, la compota de manzana caliente, aromatizada con canela, algunos frutos secos y la nata acuden a mi mente como si fuese real. Como lo consideraba raro, Internet, fuente inagotable de conocimientos que alimentan mi naturaleza hipocondríaca, me dio una pista sobre ello: el paladar mental.

Una de mis próximas metas invernales será hacer la receta del apfelstrudel que Sergi Arola propone en la presentación del DVD de Malditos bastardos. En un arrebato de locura me sentaré, me serviré nata y disfrazada de Hans Landa emularé ese maravilloso momento, y  una muñeca disfrazada de Shosanna mirará al vacío.

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